La influencia de Jung en el pensamiento contemporáneo - M. Esther Harding

diciembre 30, 2021

 


Carl Jung, cuya larga vida llegó a su fin el 6 de junio de 1961, dedicó durante muchos años sus enormes energías a la exploración de la psique humana. Pasaba de ocho a diez horas diarias en consulta, trabajando con sus pacientes y alumnos. Por las noches estudiaba todo lo que podía encontrar relacionado con la vida interior de los seres humanos. Incluso cuando acababa de graduarse en la facultad de medicina, su interés se vio captado por los problemas de la conducta humana -y de la mala conducta-. Se preguntaba cuál es la fuerza motriz de la psique humana, y por qué algunas personas reaccionan ante una situación, e incluso ante la vida misma, de una manera y otras de otra. Y lo más extraño de todo, ¿de dónde proceden las ideas extrañas que observaba en sus pacientes con problemas mentales? En última instancia, ¿no eran estas ideas muy similares a las fantasías y ensoñaciones que él y otras personas normales tenían? ¿Qué significaban estas ideas?

Toda su vida Jung buscó las respuestas a estas preguntas. Al principio parecían ser meras preguntas que necesitaban respuestas más o menos simples. Pero poco a poco se dio cuenta de que contenían los misterios más profundos de la vida y la experiencia humanas. Se enfrentaba al enigma de la vida misma. Buscó respuestas primero a través de su trabajo con sus pacientes en consulta, al mismo tiempo que observaba y analizaba sus propios sueños y fantasías. Luego, al darse cuenta de que el análisis siempre sacaba a relucir las reacciones primitivas del individuo, comenzó a leer informes antropológicos. Más tarde viajó al norte y al centro de África y a las reservas indias de California y Nuevo México para observar la psicología primitiva de primera mano. Luego estudió las religiones orientales, viajando a la India para conocer y hablar con hindúes, budistas y mahometanos.

Entretanto, estudió el pensamiento especulativo del gnosticismo, la alquimia y la literatura patrística. Pero siempre se mantuvo anclado en la realidad gracias a su constante y paciente trabajo con la gente. A medida que se adentraba en los problemas de la psique, se dedicaba cada vez más a las investigaciones eruditas sobre los caminos de la mente humana hasta que, en sus últimos años, se ocupó casi exclusivamente de los problemas de las capas más profundas de la psique y del sentido de la vida.

Es probable que el conjunto de su pensamiento no sea conocido, salvo por unos pocos especialistas, hasta dentro de muchos años. Pero incluso durante su vida causó una profunda impresión en el pensamiento de la época. Las ideas que formuló han comenzado a aparecer en la literatura psiquiátrica y, aún más, en los escritos de muchos que se ocupan del comportamiento humano, ya sean ensayistas, novelistas, poetas o el clero, aunque a menudo no se hace referencia a la fuente de estas ideas. 


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Los primeros años: 1900-1912

Jung realizó sus primeras investigaciones psicológicas en el laboratorio. Allí utilizó el test de asociación, y más tarde el galvanómetro, para medir las reacciones emocionales. Su trabajo confirmó las observaciones de Wundt y otros; pero lo que le interesaba especialmente eran las reacciones extrañas de los sujetos de prueba que habían sido descartados por sus predecesores como de poca importancia estadística. Fue aquí donde Jung hizo su primera contribución importante a la psiquiatría. Demostró que los fallos en la reacción normal a la palabra de prueba se producían en el momento en que se había tocado un contenido de tono emocional, una observación confirmada por los experimentos del galvanómetro. Llamó a estos contenidos emocionalmente tonificados complejos. También observó que muy frecuentemente el sujeto no era consciente del factor que había interferido en su reacción: es decir, el complejo era "inconsciente" para el sujeto. Así que a través de estos experimentos Jung descubrió el inconsciente y sus efectos en el comportamiento consciente independientemente de Freud. Pues no fue hasta después de haber publicado sus hallazgos que se encontró con los escritos de Freud y más tarde lo conoció.

Durante este período, Jung escribió sus libros y artículos sobre las fantasías de los pacientes mentales y los fenómenos ocultos mostrados por una joven médium. Siempre le interesó más lo desconocido, las excepciones, los fenómenos marginales, la verdad no estadística, porque se dio cuenta de que la singularidad del individuo se muestra en estas áreas. El método estadístico sólo muestra la media, el promedio, pero nunca lo particular. Sin embargo, un grupo siempre está formado por individuos. Sin el individuo, la sociedad no sería más que una masa incipiente. Hacia el final de su larga vida, Jung escribió: "Si quiero comprender a un ser humano individual, debo dejar de lado todo conocimiento científico del hombre medio y descartar todas las teorías para adoptar una actitud completamente nueva y sin prejuicios. Sólo puedo abordar la tarea de comprender con una mente libre y abierta." Esta constatación fue el comienzo de su énfasis de toda la vida en la importancia del individuo.

En un artículo sobre "El desarrollo de la personalidad", habló de la imperiosa necesidad de educar a los adultos para que, en estos días de psicología de masas, se conviertan en lo que entonces llamaba personalidades (más tarde habría dicho más bien que se convirtieran en individuos). Escribió: "El logro de la personalidad significa nada menos que el mejor desarrollo posible de todo lo que hay en un ser particular, único...". Educar a alguien en este sentido me parece que no es poca cosa. El desarrollo de la personalidad desde su estado germinal hasta la plena conciencia", y añade, "es a la vez un carisma y una maldición. Su primer resultado es la separación consecuente e inevitable del ser único respecto al rebaño indiferenciado. Esto significa aislamiento, y no hay palabra más reconfortante para designarlo'' [Pero] "significa fidelidad a la ley del propio ser. '' Para ello el individuo debe liberarse de sus vínculos familiares y tribales para buscar su propia potencialidad única. Si el individuo tuviera éxito en este intento, su proceso interno de desarrollo ya no se vería obstaculizado por las presiones de la sociedad y las convenciones. "En la medida en que cada individuo tiene su propia ley de vida innata", escribe Jung, "es teóricamente posible que cada hombre siga esta ley antes que todas las demás y se convierta así en una personalidad, es decir, que alcance la plenitud". Pero como la vida sólo puede existir en forma de unidades vivas, es decir, de individuos, la ley de la vida tiende siempre, en último término, a una vida que se vive individualmente".

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Jung conoció a Freud en 1907, aunque estaba familiarizado con su obra desde 1904. En los años inmediatamente posteriores a este encuentro, su trabajo recibió tanto estímulo como aliento de su contacto. Gracias a Freud conoció la nueva técnica del análisis de los sueños; comenzó a practicarla con sus pacientes y a analizar regularmente sus propios sueños. Enseguida se dio cuenta de que ésta era la herramienta que había estado buscando, una llave que abriría los secretos ocultos en los depósitos inconscientes de la psique humana.

Fue después de su visita a la Universidad Clark de Massachusetts en 1909 cuando las ideas de Jung sobre los elementos ancestrales en el inconsciente comenzaron a tomar una forma más definida. Detrás de la imago de los padres que Freud ya había descrito, empezó a darse cuenta de que en la psique operaban imágenes de naturaleza más general, más universal, más augusta: imágenes que se habían expresado a lo largo de los tiempos en mitos y símbolos religiosos, cosas que no podían pertenecer a la experiencia personal del soñador, y que por tanto no podían proceder de recuerdos reprimidos. A éstas las llamó imágenes arquetípicas, y a la capa más profunda del inconsciente de la que emergen las llamó inconsciente colectivo. Al principio hablaba de esta capa como el inconsciente racial, un término que pronto sustituyó por "inconsciente colectivo". El término original era desafortunado, teniendo en cuenta el significado que los nazis dieron al término "racial" unos veinte años después. El inconsciente colectivo no pertenece a ninguna raza especial de hombres, ni es esencialmente diferente en los distintos pueblos, aunque su contenido se ve modificado por determinantes históricos y culturales. Es verdaderamente colectivo, presente, por lo que sabemos, en todos los seres humanos.

Jung se dedicó a elaborar estas ideas, y en 1911-1912 publicó sus resultados en Wandlungen und Symbole der Libido, (más tarde publicado en traducción al inglés como The Psychology of the Unconscious). Tomó como tema las fantasías y los sueños de una joven conocida suya, cuyo material había sido publicado en una revista francesa, y demostró que los temas y motivos expresados en ellos se asemejaban a los mitologemas paganos y cristianos con notable detalle. Señaló que podía discernirse un movimiento definido, un movimiento que tenía lugar en el inconsciente y que tendía a la resolución del problema vital de la joven. Dado que ella no llegó a comprender este proceso, la resolución indicada por los sueños no tuvo lugar, como Jung supo años más tarde. A partir de esta experiencia Jung comprendió lo necesario que es seguir toda una serie de sueños, tratándolos como un proceso continuo y no simplemente como hechos aislados.

En 1912 Jung pronunció una serie de conferencias en la Facultad de Medicina de la Universidad de Fordham, en Nueva York, sobre "La teoría del psicoanálisis " En ellas criticó abiertamente al psicoanálisis por su visión limitada, no sólo respecto a la teoría sexual de la neurosis, sino también en relación con la teoría del trauma infantil y la interpretación exclusivamente regresiva del complejo de Edipo. Demostró que estos contenidos del inconsciente debían ser interpretados de una manera mucho más constructiva, basándose en su amplio conocimiento del simbolismo mitológico y en los resultados obtenidos por este método con sus casos.

Fue a raíz de estas nuevas ideas que se produjo la ruptura entre Jung y Freud. Freud estaba convencido de que los sueños y las fantasías sólo representaban pulsiones sexuales y agresivas frustradas como deseos infantiles, y no podía aceptar ninguna interpretación más profunda de los mismos. Se volvió muy crítico con Jung, reprochándole la publicación de artículos sin mencionar su nombre, y en sus últimos años se quejó amargamente de que Jung le había traicionado.

El resultado de estas primeras investigaciones marcó un paso decisivo en la comprensión no sólo de la psicología mórbida (neurosis, psicosis, etc.), sino también del mundo interior de todos los seres humanos. El énfasis de Jung en el aspecto teleológico del inconsciente puso al descubierto todo un nuevo mundo de pensamiento psicológico. Esto podría haber revolucionado la psiquiatría, pero era demasiado atrevido, demasiado nuevo para recibir un amplio reconocimiento en aquella época. Sin embargo, los hechos que sacó a la luz se filtraron gradualmente en el pensamiento psiquiátrico de la época, y el concepto de inconsciente colectivo llegó a ocupar un lugar en el pensamiento psiquiátrico y en toda la comprensión intelectual de las décadas siguientes.

Jung no publicó otra obra importante hasta 1920. Luego, en rápida sucesión, aparecieron Tipos psicológicos y Dos ensayos sobre psicología analítica , primero en alemán y luego en inglés. En Tipos, Jung diferenció dos actitudes fundamentales de la psique, a las que dio los nombres de "extraversión" e "introversión", términos que desde entonces se han convertido en palabras familiares. Demostró cómo la persona individual ve el mundo de una manera determinada, según cuál de estas actitudes sea la habitual en ella. Demostró su tesis con ilustraciones tomadas de muchos ámbitos de la vida: los escritos de filósofos a poetas y de los Padres de la Iglesia mostraban que la lucha interna que se libraba podía explicarse por el hecho de que los protagonistas eran de tipos opuestos. Por último, analizó el mito de Prometeo y Epimeteo, mostrando que estos hermanos clásicos son personificaciones uno de la actitud introvertida y el otro de la extravertida.

No conforme con esta gran diferenciación, Jung pasó a mostrar cómo el individuo se relaciona tanto con el mundo exterior como con el interior por medio de cuatro funciones psíquicas -pensamiento, sentimiento, sensación e intuición- y señaló que el individuo habitualmente se apoya más en una función, llamada "función superior", que en las otras, "inferiores", dos de las cuales suelen estar más diferenciadas que la más inferior. Esta es probablemente una tendencia innata, al igual que el tipo de actitud. Pero en ambos aspectos, la manera natural de funcionar de un individuo puede ser modificada por la educación y las presiones del entorno, como resultado de lo cual el individuo sufre necesariamente alguna lesión, alguna distorsión de su personalidad, que puede ser la causa de una perturbación psicológica más adelante en la vida, ya que el individuo funciona más eficazmente y con mayor satisfacción para sí mismo sólo cuando ha encontrado su propio modelo verdadero. Jung comenzó a enseñar que la tarea de la psiquiatría es ayudar al paciente a descubrir cuál es este modelo. Aquí comenzó a tomar forma el plan básico de su principal trabajo sobre el "Proceso de Individuación".

Esta idea fue aún más elaborada en el segundo libro de este período: Dos ensayos sobre psicología analítica. Allí Jung trató la estructura orgánica de la psique: primero su parte consciente representada por el ego, la parte de la psique que llamamos "yo", y la persona, ese aspecto de nosotros mismos que mostramos al mundo; y después la parte no consciente representada por la sombra, una figura que lleva y personifica las partes "negativas" y reprimidas de la psique personal, que por esta razón llamó el inconsciente personal. Corresponde aproximadamente al concepto freudiano de inconsciente. Pero al igual que la psique consciente está en contacto con el no-yo del mundo exterior y está enormemente influenciado por él, el inconsciente personal se enfrenta a un mundo interior del no-yo. A esta región, como se dijo anteriormente, Jung la llamó inconsciente colectivo. Y así como la persona se desarrolla como un medio de relacionar el yo consciente con el mundo exterior, también la psique necesita una función que la relacione con el mundo interior y desconocido de la realidad psíquica. A partir de su trabajo con pacientes, Jung descubrió que la conexión con la capa más profunda y desconocida del mundo interior solía estar representada por la figura de una mujer en el caso de un hombre, y por la de un hombre, o varios hombres, en el caso de una mujer. Estas figuras las llamaba "anima" y "animus", respectivamente. Aparecen en los sueños y fantasías y en la escritura creativa imaginativa, pero, además, sus cualidades y características se encuentran a menudo como si existieran en la personalidad de alguien con quien el individuo siente un vínculo secreto, incluso mágico. Así, por ejemplo, cuando un hombre se enamora, no pocas veces siente como si siempre hubiera conocido a la amada y habla de ella como su "alma gemela", o como "más cercana a mí que mi propia alma". Esta sensación de un destino preestablecido proviene del hecho de que la figura del ánima en la propia psique del hombre, de la que es inconsciente, se ha hecho visible para él en forma personificada, proyectada en la mujer que puede ser una portadora adecuada de su imagen anímica, o bien puede no ser tan adecuada; en cualquier caso, el hombre está como bajo un hechizo. Su atracción por la mujer es tan poderosa debido a su necesidad devoradora de unirse a su propia alma, a su otra mitad; es decir, de llegar a ser completo. Porque las cualidades más fascinantes y que ejercen la mayor atracción y que evocan la emoción más profunda y convincente, ya sea de amor o de odio, pertenecen a la parte desconocida de la propia psique del individuo. Constituyen la figura del alma. En el caso de un hombre, esta figura es femenina, en una mujer es masculina, representando los elementos contra-sexuales que no pertenecen al yo personal y consciente, pero sí a la totalidad del ser individual.

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Período medio : 1925 - 1939

A partir de este momento, Jung se dedicó cada vez más al estudio del efecto que los arquetipos del inconsciente colectivo tienen sobre los individuos y su desarrollo psicológico. Utilizó el término "arquetipo" para denotar los patrones básicos sobre los que se organiza la psique. Éstos se corresponden, en el ámbito psicológico, con los patrones instintivos que subyacen al comportamiento biológico; de hecho, no existe una división definida entre los dos aspectos de la vida orgánica. Pero mientras que los instintos se manifiestan en el comportamiento manifiesto, los arquetipos suelen manifestarse en imágenes psíquicas. Esto es sólo una diferenciación muy aproximada; en realidad no es posible separarlos claramente en absoluto. Jung dice: "No hay, por lo tanto, ninguna justificación para ver el arquetipo como otra cosa que la imagen del instinto." 

Las investigaciones de Jung en esta oscura región del interior desconocido de la psique le llevaron a muchos campos de estudio diferentes. Pues aunque el inconsciente colectivo nunca había sido descrito desde el punto de vista psicológico, existían muchas descripciones de las imágenes en las que se expresaba, pues naturalmente ha estado presente y se ha manifestado a lo largo de todas las épocas. Estas expresiones tienen con frecuencia un carácter bastante ingenuo. Por ejemplo, el hombre primitivo cree en los habitantes de un mundo invisible, en los dioses y demonios y en los héroes, como si fueran realidades objetivas, sin darse cuenta de que en realidad son manifestaciones de los sucesos de su propio inconsciente o son los registros de experiencias similares de sus antepasados. Una ingenuidad correspondiente aparece en la mitología de los pueblos más civilizados e incluso en la creencia en la realidad concreta de los símbolos de las religiones altamente desarrolladas. Jung se dio cuenta de estos hechos; también descubrió que el pensamiento especulativo de la filosofía, del gnosticismo, de la alquimia y de las enseñanzas orientales, eran reflejos, o proyecciones, de contenidos inconscientes.

A través de sus estudios en estos diversos campos, Jung construyó gradualmente una imagen bastante completa de la psique inconsciente tal como se ha manifestado en pueblos de muy diferentes orígenes a lo largo de los tiempos. Pero esto difícilmente podría haberle aportado su significado si no hubiera dedicado la mayor parte de su tiempo y energía al trabajo analítico con sus pacientes y alumnos. En la discusión íntima de sus experiencias internas, llegó a comprender el significado de los símbolos de sus sueños y fantasías, iluminados como estaban por el material que había desenterrado a través de sus estudios intelectuales. Compartió las experiencias de sus pacientes y vio cómo la resolución de sus conflictos surgía espontáneamente de las profundidades de su propia psique.


Jung ha señalado en repetidas ocasiones que es un asunto arriesgado abrir el inconsciente; sólo debe emprenderse en "un esfuerzo inspirado por una profunda angustia espiritual, para volver a dar sentido a la vida sobre la base de una experiencia fresca y desprejuiciada." "La apertura del inconsciente", escribió, "siempre significa el estallido de un intenso sufrimiento espiritual... [Pero] es como si en la culminación de la enfermedad, los poderes destructivos [del inconsciente] se convirtieran en fuerzas curativas. Esto se debe a que los arquetipos vienen a la vida independiente y sirven como guías espirituales para la personalidad, suplantando así al ego inadecuado con su voluntad y esfuerzo fútiles. Como diría la persona de mentalidad religiosa: la guía ha venido de Dios... Yo debo expresarme en términos más modestos y decir que la psique ha despertado a la vida en forma espontánea". "El psicoterapeuta que se toma en serio su trabajo debe enfrentarse a esta cuestión. Debe decidir en cada caso si está dispuesto o no a apoyar a un ser humano con consejo y ayuda en lo que puede ser una osada desventura. No debe tener ideas fijas de lo que es correcto, ni debe pretender saber lo que es correcto y lo que no lo es; de lo contrario, le quita algo a la riqueza de la experiencia. Debe tener en cuenta lo que realmente sucede: sólo lo que actúa, es real". En otro ensayo analiza la responsabilidad del médico en términos aún más claros: "El médico, por tanto, está llamado a enfrentarse a la tarea que desea que afronte el paciente... En el trato consigo mismo, el médico debe mostrar tanta implacabilidad, consistencia y perseverancia como en el trato con sus pacientes. ''

Fue a través de la aplicación estricta y metódica de estos principios a sí mismo que Jung, tal vez, aprendió más. Poco a poco, con el paso de los años, se dio cuenta de que, por muy importantes que sean los impulsos sexuales y de poder en el individuo, especialmente durante la primera mitad de la vida, hay un tercer elemento que es al menos igual de importante, una necesidad psíquica que incluso tiene prioridad sobre los impulsos anteriores durante la segunda mitad de la vida, y que desatender este factor de la vida psíquica conduce a la enfermedad y la infelicidad con la misma seguridad que la represión de los otros dos elementos en las personas más jóvenes. Este es el impulso religioso, un impulso psíquico que está directamente relacionado con el impulso inherente a todo organismo vivo de perfeccionarse convirtiéndose en un individuo completo, íntegro.

En 1937 Jung dio las Conferencias Terry en la Universidad de Yale sobre este tema. Describió el caso de un joven cuyos sueños y fantasías ilustraban adecuadamente su tema. Este material fue publicado en Psychology and Religion. Un relato más completo del caso completo se da en La integración de la personalidad y en Psicología y Alquimia

Ahora bien, por "religión" Jung no se refería a ninguna formulación o credo religioso en particular, ni a la adhesión a ninguna organización religiosa o iglesia. Definió la religión como "la cuidadosa consideración y observación de ciertos factores dinámicos entendidos como 'poderes', 'espíritus', 'demonios', 'dioses', leyes, ideas, ideales o cualquier otro nombre que el hombre haya dado a los factores que ha encontrado en su mundo lo suficientemente poderosos, peligrosos o útiles como para ser tomados en cuidadosa consideración, o lo suficientemente grandiosos, bellos y significativos como para ser devotamente adorados y amados.'' Se trata de poderes que trascienden el ámbito personal, fuerzas que tienen un poder incondicionado en relación con el ego y la psique consciente. Jung también habló de la religión como "la consideración consciente de los factores irracionales de la psique y del destino individual". Estos son los elementos que Rudolf Otto denominó numinosos, por su poder fascinante, sobrecogedor, que atrae y repele. Jung utilizó con frecuencia el mismo término. El elemento numinoso se encuentra en las experiencias religiosas, en la imaginación poética, en las alucinaciones, en los estados de ansiedad, miedo o euforia instintivos, y también en los sueños y otras experiencias subjetivas internas. De hecho, forman una parte muy importante de la vida psíquica. Sin embargo, normalmente se ignoran o se rechazan. Pero cada vez más psiquiatras y consejeros reconocen su importancia. Especialmente en el campo del asesoramiento religioso, se está empezando a percibir la importancia de estas percepciones fundamentales. Podemos buscar orientación y comprensión en este ámbito en el trabajo pionero de Jung.

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Los años de la guerra: 1939-1945

Fueron años de gran ansiedad en Suiza. El contacto con el resto del mundo estaba prácticamente interrumpido. Las amenazas de invasión eran recurrentes y obligaban a retirarse a algún pueblo de montaña fuera de la ruta de invasión directa. Esto, por supuesto, interrumpía la vida normal. Además, Jung sufrió una prolongada y grave enfermedad. A pesar de todas estas dificultades, consiguió continuar sus estudios, aunque no pudo publicar sus resultados hasta después de la guerra.

La culminación de una vida fructífera: 1945-1961

Siguió un período muy productivo. En 1945, Jung tenía setenta años. Ya no dedicaba tanto tiempo a su trabajo de consulta con los pacientes; en los últimos años se retiró por completo de la práctica activa y se dedicó a sus escritos. Las Obras Completas estaban en preparación y él mismo releía y revisaba sus libros y artículos publicados. Además, publicó varios estudios nuevos y muy importantes: Los arquetipos del inconsciente colectivo, Aion, y Mysterium Coniunctionis. También escribió Essays on Contemporary Events y The Undiscovered Self. Estos ensayos no son tan técnicos como sus estudios más formales, ya que están destinados al lector inteligente medio. Durante 1957 y 1958, hizo breves descripciones de su trabajo en entrevistas grabadas y filmadas por la British Broadcasting Company y el Departamento de Psicología de la Universidad de Houston. Durante los dos últimos años de su vida, trabajó con su secretaria, la señora Jaffe, en el material para sus memorias; Recuerdos, sueños y pensamientos.

El alcance de la obra de Jung es tan vasto que su efecto total sólo podrá ser evaluado por las generaciones futuras. Ha inaugurado una nueva época en el desarrollo de la conciencia humana, una nueva visión del mundo. Algunos de sus principales conceptos ya han comenzado a influir en el pensamiento contemporáneo, aunque, como suele ocurrir cuando un nuevo espíritu comienza a hacerse sentir, muchos de aquellos cuyos escritos han sido obviamente influenciados por las investigaciones de Jung no parecen darse cuenta de dónde se originaron sus ideas. Jung era perfectamente consciente de este hecho, aunque no le molestaba demasiado. Su preocupación apasionada era encontrar la verdad, y concibió un método mediante el cual cada individuo podía descubrir su propia verdad, aunque pudiera necesitar la ayuda de un analista competente para aprender a aplicar el método. Porque Jung no pretendía hacer discípulos, sino individuos libres, con su propio carácter único, su propia relación con las verdades más fundamentales, su propia comprensión del sentido de la vida.

Para los lectores del Journal of Religion and Health, el trabajo que Jung realizó sobre la relación entre la religión y la psicología profunda debe tener un interés especial. Al leer sus libros sobre este tema debemos tener siempre presente que siempre escribió desde el punto de vista de un psicólogo. Cuando habla de la Deidad o de los símbolos de los dogmas religiosos o de cuestiones metafísicas en general, no está haciendo afirmaciones u opinando sobre el ámbito trascendental como tal, o, por decirlo así, en su propia realidad. Más bien está discutiendo la experiencia que algún ser humano ha tenido y que ha expresado en los términos de la imaginería religiosa. Las afirmaciones de las Sagradas Escrituras son hechas por hombres. En estas declaraciones, los hombres han intentado expresar sus propias experiencias individuales, traduciéndolas lo mejor posible a las formulaciones simbólicas del dogma. Así, por ejemplo, cuando Jung habla del Libro de Job se refiere a la condición del inconsciente en la psique del judío postexílico que escribió el poema tal como lo poseemos. Porque este gran drama seguramente llegó al poeta en forma de visión interior no muy diferente a la imaginación activa de las personas modernas. Tal obra nos dice mucho sobre la condición de la imagen de Dios en el inconsciente de un hombre dotado en un momento particular de la historia, y, dado que este drama poético es una gran obra creativa desde cualquier ángulo que se mire, da información sobre la condición psíquica de su autor y también sobre su época. Por esta razón, Jung pudo pasar en su discusión a los escritos judíos tardíos sobre Sophia, y más allá a la Revelación del cristiano Juan, para demostrar la evolución gradual de la imagen de Dios que estaba teniendo lugar en los siglos inmediatamente anteriores y posteriores al comienzo de la era cristiana.

Muy pronto en su carrera profesional, Jung se dio cuenta de que era de suprema importancia para las personas que se perturbaban psicológicamente durante la segunda mitad de la vida -siempre que no estuvieran todavía atadas por los deseos infantiles o la dependencia de los padres- llegar a un acuerdo con estas fuerzas internas que dan lugar a las experiencias numinosas. Resolver un grave dilema psicológico a este nivel requiere una actitud moral y un coraje nada despreciables. Es mucho más fácil aceptar la autoridad de la iglesia o de los sabios y maestros. Pero para algunas personas esto se ha vuelto imposible. En estos casos es necesario emprender un viaje individual de exploración -un verdadero viaje del alma- y esto pondrá a prueba la calidad de la naturaleza del hombre. Tendrá que enfrentarse a sí mismo tal y como es realmente, tomar en sí mismo todo lo que es, y encontrar una relación individual con las verdades eternas que San Pablo llamó Principados y Potencias de las Tinieblas. Porque la meta de esta aventura no es la perfección medida por alguna norma ideal, sino la plenitud, y esto sólo puede lograrse tomando conciencia de los elementos psíquicos que yacen enterrados, no sólo en el inconsciente personal, sino también en el colectivo, donde el símbolo de la plenitud que Jung llamó el Self yace listo para ser despertado a la vida.

Se cita que Jung dijo, no mucho antes de su muerte "Todo lo que he aprendido me ha llevado paso a paso a una convicción inquebrantable: la convicción de que Dios existe. Sólo creo en lo que puedo ver, y eso elimina la fe. No tengo fe en Dios. . . Sé que existe".

Su influencia en el pensamiento psiquiátrico ya ha sido grande y es probable que aumente con el paso del tiempo; pero la obra de este hombre extraordinario tiene una importancia mucho más amplia, pues nos ha abierto una dimensión totalmente nueva de la psique humana que está destinada a tener una influencia incalculable en el futuro de la humanidad.




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