Los misterios de la Mujer.

noviembre 03, 2017

Los misterios de la Mujer.
 Simbología de la Luna



“Este extenso conflicto entre hombres y mujeres no es, sin embargo, más que una
imagen de un conflicto subjetivo que prosigue, incluso en mayor medida,
en cada individuo, aunque quizás sin conocimiento consciente por parte de él.
Por que no hay individuo que sea completamente masculino o femenino.
Cada uno está hecho de una mezcla de los dos elementos y estos dos componentes
están frecuentemente en constante conflicto en la psique. Hasta que se resuelva
este aspecto personal del problema, el individuo, hombre o mujer, no será capaz de
encontrar una solución a la dificultad externa en una relación, porque inevitablemente
proyectará sobre su pareja la parte menos consciente, menos disciplinada de su propia psique. 

El hombre, por ejemplo, encontrará sus propios elementos femeninos no 
domesticados en su relación con su esposa y verá todo lo que ella es y hace a través
de la niebla de su propia alma demoníaca no redimida. Desde su punto de vista, 
las motivaciones de ella aparecerán distorsionadas y sus acciones incomprendidas. 
Algunas veces esta distorsión puede hacerla parecer cruel, hostil, o astuta y otras, por
medio de la misma distorsión, puede atribuirle amabilidad, comprensión y tolerancia que
no son menos falsas y engañosas. Sin embargo, él no es capaz de verla claramente porque
no se conoce a sí mismo, ni completamente, ni sinceramente. Hasta que no lo haga y 
sea capaz de llegar a un acuerdo con su ‘otra parte’, no puede tener ninguna relación
sincera o genuina con una mujer. Pero hacer esto significa encararse con un conflicto 
interior que puede ser una experiencia muy dolorosa.
Con todo, el problema no está resuelto por ser ignorado o por proyectar el factor
inaceptable al otro sexo. Si el hombre debe ser completo debe aceptar sus limitaciones honradamente. Su conflicto interior sólo se resolverá cuando haya encontrado una relación
entre ambos aspectos de sí mismo y se reconcilie con los poderes que gobiernan su psique,
los principios masculino y femenino, que son innatos en la auténtica naturaleza de cada individuo.”



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 “Para el hombre, el carácter lunático de la naturaleza femenina aparece como dependiendo sólo de su antojo. Si cambia de idea, puede concederle que por acuerdo general es su privilegio hacerlo; nunca se le ocurre que si cambia es por que han cambiado condiciones de su propia psique, tan poco bajo su control, quizás, como el cambio de tiempo. El hombre siempre supone que ha cambiado de idea por su capricho, o incluso quizás por razones de propia conveniencia. El espera que cuando ella dice que hará algo, lo haga. En un sentido, naturalmente, es verdad que debería, pero en tanto que la naturaleza de la mujer dependa de un principio de vida cíclico variable puede muy bien suceder que cuando llegue el momento de cumplir su promesa las condiciones hayan cambiado realmente. Esto es muy difícil de comprender para un hombre porque su principio interior es el Logos; y, por este principio si una cosa es cierta hoy, también lo será mañana. Por consiguiente, si un hombre decide hoy un problema afirmativamente espera, si las condiciones exteriores no han cambiado, poder seguir mañana el curso de lo que ha decidido. Naturalmente, para la mujer las circunstancias exteriores tienen que tenerse en cuenta, pero además, por el siempre cambiante carácter de su principio lunar, las circunstancias interiores deben ser continuamente reconsideradas.
Para el hombre, su dependencia de un principio interior cuya principal característica es el cambio la hace aparecer voluble e informal, tal como se llama a la luna ‘el planeta voluble’. Sin duda ciertas mujeres explotan las prerrogativas que le han sido acordadas por la sociedad y cambian arbitrariamente sus ideas siguiendo su propia conveniencia. Pero el abuso de estos privilegios por algunas mujeres no cambia el hecho de que la naturaleza de la mujer es cíclica en sí misma, y esto totalmente aparte de sus deseos personales o egoístas. La naturalezade la mujer es impersonal y no tiene nada que ver sus propios deseos, es algo inherente en ella como ser femenino y no debe ser observado como algo simplemente personal. Además el hecho de que se hayan acordado a la mujer estas prerrogativas y que no sea juzgada exclusivamente por normas masculinas es una evidencia de que la humanidad reconoce que está guiada por leyes interiores que son diferentes de las que gobiernan a los hombres. Para comprender a la mujer, por tanto, es necesario tener en cuenta su carácter lunático y ganar en perspicacia dentro de la ley de cambio que la gobierna.”

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“Rasgar el Velo de Isis puede querer decir ver la naturaleza como realmente es, comprender lo que está bajo las manifestaciones de este mundo y de las emociones que nos mueven, verlos en su realidad esencial, sin estar velados por más tiempo por la costumbre o convención, por la racionalización o el engaño. Aquel que es capaz de hacer esto y por tanto de encarar la realidad, se convierte en conscientemente inmortal, o quizás ‘consciente de la inmortalidad’, por que ha liberado su mente, él mismo, de los condicionantes de tiempo y espacio, especialmente de las distorsiones de hecho aportadas por su propia orientación egoísta. Su centro de conciencia se ha trasladado del personal ‘YO’ de su ego a un punto de mira más desinteresado, que alcanza una mayor extensión y en consecuencia tiene una actitud más desprendida.
Este cambio en el enfoque psíquico es tan importante y sus consecuencias van tan lejos que en las religiones de la luna se simboliza como el alcance de la inmortalidad…”
Esther Harding

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