Posesión del Anima: ¿Eres un debilucho sin carácter?

septiembre 15, 2021





Esta es la segunda parte de dos posts sobre la versión clásica de la teoría del Anima y el Animus de Jung en la que condenso la información del libro de Marie-Louise von Franz Anima y Animus en los cuentos de hadas.

Este post se centra en el Anima malévola, destructiva y disfuncional y en cómo afecta al hombre, y también intenta abordar el enfoque que hay que adoptar para integrar el Anima y así hacerla benévola y constructiva.

En la versión clásica de la psicología de Jung, el Anima es lo otro interno del hombre, y el Animus es lo otro interno de la mujer. En otras palabras, si eres físicamente un hombre, tendrás un Anima interior, una imagen femenina que guía y da forma a tu forma de relacionarte con las mujeres y con el mundo en general. Aunque la teoría postjunguiana está en consonancia con la postmodernidad y es más ambivalente en cuanto al género, el modelo clásico, tal y como lo describe Marie-Louise von Franz en este post, sigue siendo increíblemente útil y muy interesante. La información y el conocimiento que Marie Louise von Franz extrae de los cuentos de hadas es fascinante.

Como este post se centra en la relación del hombre con su Anima, lo que hay que entender es que esta imagen femenina es inconsciente, y tiene sus raíces en la relación que tuvo con su madre. La experiencia de un hombre con su madre personal pone la carne en el arquetipo innato del Anima y ambos definen su actitud hacia las mujeres y el funcionamiento de su principio femenino interno. En la psicología Junguiana, el primer paso para la individuación es la integración de la sombra. Luego sigue la integración del Anima y/o del Animus.


·Posesión del Anima·


Cuando el Anima de un hombre no está integrada, causa estragos en su vida. El hombre poseído por el Anima es un débil sin carácter que no sabe cuándo ni cómo actuar en el mundo. Es temperamental y malhumorado y hace berrinches como un niño pequeño. Aunque es muy pasivo, reacciona de forma exagerada ante los desaires y los enfrentamientos. No es oportuno en sus acciones, o bien se paraliza y no encuentra la energía para hacer lo que hay que hacer, o bien se lanza a la acción cuando debería pensarlo primero.

El hombre poseído por el Anima está atrapado en un destino que sus patrones repetitivos eligen para él. El Anima teje un capullo de fantasías e ilusiones. Repite la misma dinámica, sale con el mismo tipo de mujeres y experimenta la misma resistencia en el mundo una y otra vez.

Cualquier experiencia numinosa que tenga, ella [El Anima] le ataca rápidamente y él se queda con la sensación de que su experiencia no fue "nada más que"... Ella es una maestra en crear dudas y él se encuentra siempre dudando de sus opciones y elecciones. Se pierde en contemplaciones y pensamientos y esto es lo que le impide pasar a la acción. Por la noche sueña con su Anima, que aparece en los sueños como un monstruo, atacándole, amenazándole y desechándole.

El Anima ataca la función inferior del hombre, y para explicar esto tengo que desviarme rápidamente a la tipología. En el modelo de tipos de personalidad de Jung, cada persona tiene cuatro funciones, a saber, Pensamiento, Sentimiento, Intuición y Sensación. Estas cuatro funciones identifican la forma en que uno se relaciona con el mundo exterior y toma la información de éste. Un individuo siempre favorecerá una de las cuatro como su función superior. Para explicarlo, utilizaré el ejemplo de querer comprar un coche nuevo. Con una Tipologia predominante de Pensamiento analizará el rendimiento, el consumo de combustible, la oferta del plan de motor, etc. Un tipo sentimental evaluará qué vehículo es el más adecuado para sus fines. Un intuitivo elegirá el vehículo que "sabe" que es el adecuado para él. Un sensitivo elegirá un vehículo que se sienta bien al conducirlo y que tenga el color adecuado. Ahora bien, si usted es del tipo Pensante, su función inferior (opuesta y subdesarrollada) sería la de Sentir (y viceversa). Si eres del tipo Intuitivo, tu función inferior sería la Sensación (y viceversa). Volviendo al Anima, ella siempre ataca al hombre en su función inferior. Así que cuando la mayoría de los hombres son del tipo pensante, típicamente, sus sentimientos estarán poco desarrollados y aquí el Anima toma el control. Ella toca sus emociones como un violín. Es caprichoso, malhumorado, tiene rabietas y se enfada mucho. Cuando tiene los raros momentos de felicidad y euforia y se lo pasa de maravilla, ella no tarda en sembrar la duda y destruir la experiencia para él. Y naturalmente, como consecuencia, su capacidad de evaluación tiende a ser pobre.

Por lo general, este hombre, cuya función inferior (el sentimiento) le hace tropezar todo el tiempo, experimenta sus emociones y experiencias místicas numinosas como una desventaja. Se encuentra desilusionado con sus sentimientos y a menudo intenta escapar al ámbito del pensamiento, pero esto no ayuda en absoluto a su causa. Tiene miedo de confiar en sus sentimientos y, en consecuencia, hace un completo desastre de su vida.


·Integrar el Anima·


El Anima representa el aspecto divino del ser humano. Es una diosa que impregna todo de numinosidad y misterio. El ser humano intenta llevar lo divino al ámbito de la realidad y así reducir el misterio a lo banal. Este intento de despojar al Anima de su divinidad es evidente en la cultura occidental, en la que lo femenino se reduce a una sexualidad vil y burda.

El Anima ha caído en el inconsciente, especialmente en las culturas protestantes, donde lo femenino idealizado se proyecta en la Virgen María y el aspecto oscuro se proyecta en mujeres que fascinan y capturan las pasiones de un hombre, que entonces le otorga el estatus de bruja porque se siente como si estuviera hechizado.

El peligro con la posesión de Anima es cuando el hombre adopta una actitud corriente, reticente e indiferente. Su actitud ante el riesgo es evitarlo, porque simplemente no cree que nada de lo que emprenda vaya a tener éxito. Esta desesperanza se opone al héroe interior. Como el Ánima es un arquetipo, realizar el Ánima instintivamente liberará emociones abrumadoras. Por eso el hombre debe desarrollar su función inferior, para evitar que el Ánima lo posea. Para redimir al Anima, se le debe permitir revelar su naturaleza divina.

·He aquí algunas pautas para tratar el Anima disfuncional·

Uno de los principales problemas del Anima es que se halla fuera de tiempo. Esto da lugar a hombres que actúan de forma inapropiada para su edad. Son ancianos infantiles o jóvenes sabios. Esta cuestión relacionada con el tiempo afecta al juicio del hombre en relación con la acción. O bien exagera totalmente en los asuntos pequeños, o no actúa cuando debe hacerlo en los asuntos grandes. A esto hay que oponerse de la siguiente manera.


·La rapidez de reacción del Anima:


Cuando el hombre está irritado, emocional y tiene la urgencia de reaccionar en ese momento, debe esperar y aplazar su respuesta a la situación dada. El hecho de posponerlo hace maravillas, y surgirá una nueva perspectiva. El hombre se ha metido en muchas situaciones indeseables por esta necesidad de reaccionar inmediatamente y una perspectiva de la situación le permitirá no caer en la trampa de repetir su dinámica neurótica inconscientemente.
El Anima crea una urgencia imperiosa de enviar el correo electrónico, enfrentarse a la persona, llamar por teléfono inmediatamente. Hay que resistir este impulso para cambiar el Anima en el inconsciente. Retrasar la excitación, retrasar actuar sobre ella, y perderá su urgencia y el hombre se cansará de ella.
Con el tiempo y la práctica el individuo será capaz de entrar en la situación conscientemente, sin caer presa de la emoción. Una vez que sea capaz de mantener los opuestos en la conciencia, de no comprometerse con ninguna acción, podrá integrar su Anima. Esta lucha es la batalla por la responsabilidad moral, la búsqueda de la luz y el sentido.


·La lentitud de reacción del Anima:


Cuando el hombre se encuentra perdido en la ambigüedad y sin saber qué hacer, necesita actuar. El Anima es experta en implantar la duda. Debe entrar en la vida para salir de esta trampa. Tiene que actuar de alguna manera. Debe escapar del patrón repetitivo de entusiasmarse con las ideas y luego discutirlas hasta la saciedad hasta que se quede sin inspiración. Necesita desarrollar una conciencia disciplinada para encontrar soluciones y direcciones. La actitud correcta es aceptar que tal vez no funcione, o que posiblemente no sea lo correcto, pero actuar de todos modos. Uno debe actuar basándose en el conocimiento y la comprensión disponibles en ese momento. La superación del Anima pasa por experimentar la realidad y lo desconocido, no por hablar de ello.


·Desarrollar la función inferior·


La integración del Anima requiere el equilibrio entre el intelecto y el sentimiento. Tampoco hay que sacrificar el intelecto por el Anima, porque esto también desarrollará una relación desequilibrada con el Anima. Cualquiera que sea la función inferior, el hombre debe comprometerse con ella con valentía y entrar en ella lentamente. No debe utilizar la función inferior para gobernar su reino externo, sino utilizarla en el reino interno. Mientras intente utilizar su función de sentimiento en el ámbito externo, será pesado, lento, errático e inarticulado. Pero si vuelve su función de sentimiento hacia el interior, y se permite sentir, por muy tonto o infantil que sea, desarrollará lentamente su función de sentimiento. Esta capacidad de pensar ingenuamente, sin reglas, permite que la libido (energía) se precipite y reanime el psiquismo. Pero para dar voz a la función inferior inconsciente, el hombre debe aprender a sacrificar la actitud superior y dominante de las reglas y la estructura, lo que no es fácil.


·Conclusión·


Al igual que el Animus, el Anima es el puente hacia el inconsciente y la hoja de ruta hacia este reino inconsciente se encuentra en la función inferior del hombre. El objetivo final de este viaje es la individuación, que es la expresión más auténtica y completa de un individuo. Integrar el Anima y el Animus es un aspecto vital de este viaje.


-Anja-

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